Nueve estrellas
Allá, en el barrio de las afueras donde vivía, las niñas jugábamos a contar estrellas.
El juego consistía en contar nueve estrellas durante nueve noches.
Si una de esas noches lo olvidabas, no valía y tenías que empezar de nuevo. Tampoco valía si cualquiera de esas noches estaba nublado y, aunque tú te acordaras, no podías verlas.
Si todo salía bien: Nueve noches-nueve estrellas, todo era perfecto.
Y esa noche, al dormir, soñarías con el chico que un día sería tu marido.
Yo nunca soñé contigo.
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