De la mano de Cherif Chalakani, claves y huellas. Una mirada personal
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De la mano de Cherif Chalakani, claves y huellas. Una mirada personal

La propuesta psicocorporal de Cherif Chalakani ejerce para muchas personas un efecto de cristalización del trabajo de toma de conciencia previo… Me propongo presentar esto a través de varios retazos y algunos hilos conductores, sabiendo que cualquier análisis reduce, que en realidad todos los hilos son el mismo…

De su mano, recobro enseguida la sensación de estar en casa. En casa mi cuerpo. En casa, en un lugar en que se atiende lo esencial. Se trata de una emoción de gran sencillez, calmada y redonda. Certeza de estar en un buen lugar de crecimiento y de aprendizaje para mí, tomando conciencia de todo lo que me está nutriendo. Y porque lo preciso, lo tomo a pulmón lleno…

Me siento delicadamente acompañada, para poder mirar lo que necesito mirar para estar conmigo. Y devuelvo una gratitud limpia.

* Quizás lo primero es el amor. Yo sabía que tenía que atravesar el miedo para llegar al otro lado. ¿Pero, qué mano es suficientemente amorosa y firme para que pueda permitirme ser acompañada…?  Alguien que me permita titubear, entrar en diálogo con el miedo mismo, y que a la vez me aliente y vea mi fuerza y me la devuelva a mí misma como en un espejo. Alguien que dice: “yo también soy un hijo del miedo” es alguien que sabe de qué estamos hablando.

No sé en qué momento olvidé que tengo una fuerza

que es mucho más grande que el miedo.

Por grande que sea el miedo,

Una fuerza más grande

Más grande, más grande…

* El segundo eje podría ser entonces el lenguaje, el regalo de hablar el mismo idioma, en lo poético y en lo terapéutico. En medio de la travesía emocional, uno se encuentra un paisano y puede conversar, sin necesidad de traducción. Escucho de su voz palabras que me expresan.   Y también siento que mis palabras son apropiadas para este viaje. Un envoltorio de palabras que no enmascaran, sino que revelan la experiencia.

* El tercer hilo podría nombrarlo como presencia, tiempo   y espacio, algo que se teje entre los tres. Espacio neutro que acoge, que no pide ni condena. Espacio cálido que abraza. Un tiempo infinito que no asusta. Una presencia que es lo mismo, que lo abraza todo.

Calidez también en el espacio interno del cuerpo. Todo es conciencia y todo es espacio: Espacio madre que acoge, espacio padre que valora y dignifica, espacio niño creativo, que va dejando formas que aparecen y desaparecen, como estelas en el aire. Siento mi piel como en transparencia, dándome límite y haciendo posible a un tiempo el contacto… Espacio interno que se superpone al externo, intersecciona con él, lo va ocupando como a trocitos…

Hay más espacio que formas

Hay más tiempo que vida

Hay más aire, más luz, más risa

Me regocijo, nadando en la abundancia

*  Lo luminoso.  Desde el primer momento, la propuesta de cultivar los espacios saludables en lugar de permanecer siempre en pelea con el conflicto interno, dejar pasar las semillas tóxicas, alimentar lo amoroso, lo luminoso en mí.  Caigo en la cuenta de la atracción por lo oscuro, lugares conocidos generadores de identidad, de justificaciones, de derechos. Dolor del que me cuesta desprenderme como si hiciera carne conmigo. ¿Miedo al vacío de perderlo? ¿Qué quedará de mí misma fuera de estas penumbras? ¿Miedo a la luz?

Es como si a menudo lo luminoso quedara ensombrecido por las limitaciones; como si las dificultades  de lo humano crearan siempre una especie de tapiz que envuelve la realidad. Me propongo aprender a mirar debajo de este tapiz, y también a mirar amorosamente el tapiz mismo… Atreverme a quedar deslumbrada por la belleza que siempre ha estado allí… 

* Contacto con la respiración. La respiración y la atención como un camino real hacia la conexión conmigo misma y hacia el cambio. Se despierta el deseo de hacer amistad con la respiración, entrar en diálogo con ella y, a través de ella, conmigo entera. Perder el miedo a la respiración como una puerta de acceso a aterradores misterios oscuros. Dentro sólo estoy yo misma, nada más… Permiso para respirarme, para intimar conmigo. Respiración que me conecta con los otros a través del espacio compartido.

Acojo lo que sucede cuando me quedo observándome respirar sin interferir…Permanezco en la espera, en el no hacer, hasta sentir que soy movida por el movimiento…Haciendo así, atiendo a la onda respiratoria. Sin buscarlo, me veo sentada a la orilla del mar. La respiración como olas ligeras, que vienen y van. Espero la ola que viene, que seguro llega.

No la voy a buscar, no tiro de ella. Viene. Ola azul, azul, un poco verde y adornada con su guirnalda blanca.      Viene y se va.       Y viene…    Sólo me dejo acunar por esta respiración de mar que me respira, recibiéndola sin miedo.

* Autorregulación y ecuanimidad. La posibilidad de autorregular el encuentro con las emociones me habla de un diálogo más sereno con mi mundo interno. Anhelado. Quizás posible… Renuncia a intensidades, amorosa despedida de capas de mí misma en tránsito hacia una nueva forma de ser la misma.  

Me atañe mucho la dinámica entre expresión y contención. Entender la contención no como represión sino como la opción de estar con lo que se despierta en mí sin la necesidad de actuarlo, me conecta con una atención adulta a lo que pasa dentro de mí, permitir que pase, tomar conciencia, hacerme cargo… Y el hacerme cargo no lo experimento como carga sino que me resulta tranquilizador. Estoy en buenas manos, en mis propias buenas manos.

Construir una relación más ecuánime con el dolor, concediendo el tiempo, la respiración, la presencia: Lo vivo como tomarme entera, con todo lo que hay en mí, lo difícil, y también la luz que me permite sostenerlo.

*Metáfora de nacer como aventurarse hacia lo desconocido. Metáfora de morir como aventurarse a lo  desconocido. Proceso de apropiarse de un camino recorrido ya, y siempre extendido delante como una alfombra sin estrenar.  Transitar entre lo conocido y lo desconocido con fluidez, confianza, entrega… Siento al alcance todo esto y, por momentos, lejos de mí, como si no me perteneciera y supusiera una transformación esencial y profunda. Cerquita, lo acaricio… Sé que es por aquí, cuidando la experiencia de cambio como se cuida a un bebé recién nacido… Envolviéndola en apacibles caricias.

Y comprendo que también es nacer salir de espacios estrechos, a veces seguros hasta la asfixia. Salir: La vida me espera

*  Encuentro humano. Poder reconocer a los compañeros como hermanos y quedar tranquila a su lado, sin competitividad. Amor que se multiplica y no hace peligrar mi parte… Siento que descanso de ocultarme, descanso de estar muerta de miedo, y contacto con un profundo anhelo de amar. Poderme expresar en mi emoción, ir hacia el otro sin renunciar a mí misma.

Me reverencio ante el lugar sagrado del encuentro entre personas, receptiva hacia ese silencio profundo que traemos todos, tiempo que hace posible el silencio, claro como el agua clara. 

Ser una más en  el hueco horizontal.

Una más: Ni más ni menos.

Desde mi dignidad vertical de tierra y cielo,

floreciendo el pecho hacia el encuentro…

Yo me doy las alas para el vuelo rasante,

y abro los ojos para ver el vuestro y acompañaros, siendo una más con alas.

* En mi centro. Si estoy en mi lugar, en mi centro…  entonces la vida viene a mi encuentro. No tengo que hacer nada… Tan sólo regresar a este lugar si me pierdo.

Un gesto que abraza lo que hay dentro, sin ocultarlo, sin enseñarlo, sólo dejando que se muestre, con naturalidad.  Caminando con la columna firme y el corazón  permeable, disponible. Descanso en mí. 

Entre el latido de la tierra

y la luminosidad del cielo,

el palpitar de lo humano,

el anhelo.

…Y yo girar y girar, inmóvil en el centro.

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