Observar la vida como una sucesión de transiciones, pequeños nacimientos que abren realidades nuevas. Y también pequeñas muertes, pérdidas, despedidas.
Comprender la experiencia propia del nacer como el primer gran salto hacia el vértigo, con fuerza, afirmando la posibilidad de ser, de abrirse paso a la vida. Primer pasaje que nos deja su impronta en la manera de afrontar los sucesivos cambios vitales.
Y allá, frente a frente, ineludible, la muerte. El gran cambio que nos espera. Otra vez con su incertidumbre y su vértigo. Sólamente mirándola con respeto, incluyéndola en nuestro corazón, la vida cobra también su plenitud y se completa.
Polaridad vida y muerte, dándose sentido una a la otra. Y, en el recorrido, cierres que abren espacios nuevos…